Cuando pensamos en tocar un instrumento siempre nos imaginamos tocando nuestras canciones y obras favoritas, como si tocar fuese la cosa más fácil del mundo. Pero nunca caemos en que para poder tocar con propiedad, no sólo nos esperan horas de estudio con el instrumento, sino también muchas horas de Lenguaje Musical, Armonía, Historia, Análisis, etc.
Muchas veces nos encontramos con alumnos que disfrutan tocando, pero que se aburren en la clase de Lenguaje Musical. Puede ser por varios motivos:
El primero: que no entiendan nada. Están perdidos y, por lo tanto, se aburren. No entienden por qué tienen que aprender a cantar, o a solfear en claves que ni siquiera son las que usan para tocar su instrumento. Y mucho menos por qué tienen que conocer los tipos de escalas o incluso los tipos de acordes si su instrumento es monódico.
El segundo: ellos solo quieren tocar, todo lo demás les da igual.
El tercero: las clases de Lenguaje Musical les resultan demasiado teóricas y poco prácticas.
Nosotros, como profesores de instrumento, podemos y debemos contribuir a que nuestros alumnos vayan a clase de Lenguaje con buena actitud, entendiendo que es igual o más importante que la propia clase de fagot, flauta o violín.
¿Cómo? Pues reforzando en clase aquellos contenidos que les cuesten más. Siempre hay determinados aspectos del Lenguaje Musical que se les dan mejor y otros que se les dan peor. Por ejemplo, un alumno puede ser muy bueno leyendo notas, pero tener dificultades en el ritmo. O viceversa. O tener un oído muy fino y por lo tanto ser bueno en los dictados, pero no ser capaz de colocar bien la voz y ser un desastre cantando.
Los profesores de instrumento tenemos al alcance de la mano saber esos puntos fuertes y menos fuertes de nuestros alumnos. Es importante que en clase de instrumento solfeen, entonen, hagan ritmo, conozcan las escalas en las que están las obras que tocan, etc. De esta manera se darán cuenta de que esos conceptos que les parecen totalmente ajenos son necesarios para tocar.
Es muy común, que en clase de instrumento nos centremos en la técnica. Las digitaciones, la embocadura, la afinación, la línea, etc. Pero debemos tomarnos unos minutos para reforzar los conocimientos de lenguaje musical. Y, si adoptamos una “rutina” podemos hacerlo de forma rápida y efectiva. Por ejemplo:
- Preguntar siempre en qué escala está el ejercicio u obra que van a tocar a continuación. Así, repasamos la lectura de las alteraciones de la armadura, “averiguamos” qué escala es, y evitamos que cada vez que salga la nota alterada la toquen natural. Porque sí, todos sabemos que, al principio, si no recalcamos que ciertas notas están alteradas se les olvida hacerlo.
- Solfear siempre antes de tocar una obra. Es un paso imprescindible que deben realizar en casa cada vez que comienzan a estudiar algo nuevo. Sin el instrumento. Lo primero es solfear la partitura, para hacernos una idea de cómo suena e ir viendo las dificultades técnicas que nos encontraremos una vez cojamos el instrumento. De esta forma no sólo encaran el estudio mejor, sino que entienden que lo que aprenden en lenguaje es necesario e imprescindible para tocar. Repasan la lectura de notas, el ritmo y la entonación.
- Cantar lo que hay que tocar. Hay veces que para los alumnos es muy complicado entonar. Si tu alumno es de este perfil, no hay problema. Podemos jugar al “Simon Dice”. Empleo mucho este juego en clase. En este caso, el profesor toca la melodía del ejercicio y el alumno debe imitarlo cantando y leyendo a la vez lo que está cantando. Así, a base de repetir, se dará cuenta de que es capaz de entonar y relacionará lo que entona con lo que lee. Este ejercicio no sólo refuerza al alumno en su clase de Lenguaje, sino que nos ayuda a nosotros a que aprenda a afinar con su instrumento.
Por tanto, podemos concluir en que creo que es básico reforzar los conocimientos de Lenguaje Musical en clase de instrumento. Dedicar un tiempo a hacer ejercicios de lenguaje va a facilitar al alumno su aprendizaje instrumental. Y, es muy importante, que el alumno tenga confianza contigo como para decirte que X contenido de otra asignatura no se le da bien y que necesita ayuda. Es el tutor el que debe apoyarle en esto tanto en su aula como hablando con el profesor de Lenguaje para establecer una estrategia de apoyo en común.