Se dice que la música es un lenguaje. Se dice que es el lenguaje más universal que existe. Pero, si es así, ¿por qué no trabajamos la parte perceptiva con la misma intensidad que la interpretativa?
En nuestros primeros años de experiencia orquestal escuchamos mucho la frase: “le falta experiencia”. Esto se debe a que solemos cometer fallos típicos, como empezar a tocar antes o después de tiempo, cambiar la armadura (sostenidos y bemoles) sin querer, flaquear en la lectura a primera vista, acelerar o retrasar el tempo, etc. En definitiva, dudamos continuamente.
¿A qué se debe esto? ¿Cómo podemos convertirnos en el músico que se muestra seguro de sí mismo y que no duda y falla en cosas básicas?
Mucho dependerá de la concentración de cada uno y de la lucha interna con los fantasmas de la inseguridad. Pero, gran parte de estos fantasmas desaparecen cuando el oído nos da seguridad.
En la enseñanza de idiomas, las metodologías actuales trabajan mucho la parte auditiva. Es muy importante entender lo que nos dicen, para poder interactuar. Comprender no sólo el significado de las palabras, sino también su sentido para poder responder en consecuencia. En la música ocurre lo mismo. Si estamos familiarizados con el estilo de música que estamos interpretando, conocemos al autor y sus características, nos resultará mucho más sencillo tocar. Podremos frasear a primera vista, deducir el sentido de las notas que leemos y dejarnos guiar por la intuición auditiva. Esta “intuición”, que no es más que nuestra capacidad auditiva, nos despeja la cabeza de interrogantes. Y cuantas menos dudas haya en la interpretación, más probabilidad de éxito.
Pero para poder confiar en el oído musical debemos trabajarlo. ¿Cómo? Escuchando música.
Muchos lectores pensarán que esto es muy fácil de decir pero difícil de llevar a la práctica… No es verdad. ¿Cuántos de nosotros escuchamos una canción comercial por primera vez y terminamos tarareando su melodía antes de que ésta concluya? ¿Cuántos de nosotros escuchamos una canción y sabemos de quién es? Y, ¿Cuántos escuchamos una sinfonía y reconocemos que se trata de Mozart?
Aquel que escuche mucha música comercial, acertará todos los cantantes y tendrá gran facilidad para memorizar letras y melodías. Aquel que estimule su oído con música clásica, podrá reconocer a los compositores, pues es sensible a las características de su estilo.
Por ello, recomendamos a todos, músicos y melómanos: escuchen, escuchen, escuchen. Y empápense de percepción musical para, después, poder confiar en un sentido de lo más poderoso: el oído.