En nuestro último post estuvimos hablando sobre trucos para vencer cualquier pasaje que se nos resista. Hoy, os voy a contar cómo me enfrento yo a una obra para estudiarla, paso a paso, tratando de invertir el menor tiempo posible pero exprimiendo cada esfuerzo al máximo.
Debéis tener en cuenta que damos por hecho que ya ha habido un calentamiento previo, es decir, he comprobado que mi postura es correcta, que mi columna de aire está activa y funcionando correctamente, que la caña responde a mis necesidades, etc.
Una vez que decido qué obra tocar, o mi profe me da una obra para que me estudie, los pasos que yo sigo son:
Escuchar la obra.
Lo primero que hago es buscar una versión de la obra en cuestión. Es importante acceder a versiones que den un mínimo de seguridad en su calidad. Por ello, recomiendo Spotify frente a YouTube, puesto que en este último podemos encontrar versiones muy caseras.
Lo primero que yo hago es dividir la partitura en frases. De esta forma, me enfrento frase a frase, una por una a la partitura. Poco a poco iré uniendo esas frases.
La primera escucha la realizo sin partitura. Es una primera toma de contacto en la que, si no conocía al compositor, me hago una idea sobre el estilo que tiene, la instrumentación que emplea y la dificultad global a la que me enfrento.
En una segunda escucha, solfeo la partitura. De esta forma, si no tienes un oído muy fino para entonar una partitura según la vas leyendo, escuchar la música te ayuda a hacerte una idea de cómo suena aquello que vas a tocar.
Solfear y cantar antes de tocar es im-pres-cin-di-ble. Pues nos ayuda a saber qué vamos a decir.
Una vez sabemos qué vamos a decir, debemos ver el cómo.
Repetir la obra de arriba a abajo no sirve de nada. Eso lo sabemos todos. Pero es posible no llegar al punto en el que hay un pasaje que no nos sale. Para ello, es importante saber cómo estudiar, para que no surjan los problemas. Y, en caso de que surjan, saber analizarlos (esto lo veremos en nuestro siguiente post).
Una vez hecho esto, entramos en harina:
Pues bien, es fundamental estudiar todo, y si digo todo es todo, legatto. Es decir, imaginar que hay una ligadura entre cada nota, desde el principio hasta el final de la frase. Independientemente de que esa no sea la articulación real que está escrita.
Tocar legatto me va a permitir:
- Detectar si mis dedos se mueven correctamente. Es decir, si van juntos o hay alguno más vago que otro, y eso ensucia el pasaje.
- Construir el fraseo con mi aire. Si la presión o velocidad del aire no son correctos, tendremos un sonido feo o de poca calidad y desafinado.
- Si cantamos o le damos dirección a nuestro aire, haremos música. Si no hacemos esto sólo obtendremos una sucesión de notas. Una detrás de la otra, sin comunicar ningún mensaje.
Una vez que considero que he alcanzado la máxima calidad que puedo ofrecer en el legatto. Que me gusta mi sonido, que la afinación es correcta y que he construido un fraseo y sentido musical, me dispongo a tocar las articulaciones que el compositor indica, pero siempre con una articulación muy larga o picado-ligado.
El picado ligado es un paso intermedio entre el ligado y la articulación corta.
Es muy común que a la hora de querer picar se nos olvide la línea de aire y el fraseo que habíamos trabajado en el paso anterior se pierda. Por eso, este paso intermedio reforzará la línea pero incluyendo la acción de la lengua. Poco a poco vamos coordinando ambos conceptos, la horizontalidad de la línea de aire con la verticalidad de la articulación, sin que una oprima a la otra.
Por último, incluimos la articulación real, las consonantes de nuestro discurso, que ofrecerán carácter y elegancia a la línea que ya teníamos creada.
Y a ti, ¿te funcionan estos trucos?
[…] Hace algunos días hablábamos sobre cómo enfrentarnos al estudio de una obra nueva y qué pasos seguimos nosotras para ello. […]